¿POR QUÉ TANTO CAOS?
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha iniciado una guerra que, además de las consecuencias humanitarias, económicas, políticas y ambientales, tendrá un impacto nefasto sobre los esfuerzos de construcción de paz, no sólo en Ucrania, sino en Europa y a nivel mundial.
Ahora, sin embargo, la guerra de Ucrania hace inviable e imposible, volver a poner sobre la mesa las propuestas de desarme y de desmilitarización; al contrario: el presidente ruso conseguirá reforzar la OTAN, y la opinión pública europea se preguntará por qué no hacer frente a Putin con el poder de las armas.
El futuro inmediato es imprevisible. Lo que está claro es que la palabra de Putin no tiene ninguna crédito y quizás habrá que esperar su defenestración política hasta que se pueda reanudar la vía del diálogo y de la cooperación, aprendiendo de los errores del pasado y construyendo una nueva arquitectura de paz y de seguridad lo suficientemente sólida para evitar la desestabilización que pueden provocar líderes desbocados.
No parece lo mejor para ucrania, pero debemos ponernos a pensar el porque Rusia actuó de esa manera. El trasfondo de esta crisis es la negativa rusa a aceptar el acercamiento de la OTAN y de la Unión Europea a la antigua república soviética, a la que Moscú considera parte de el, y cuyo control juzga vital para su seguridad. Putin cree que ambos países conforman “un solo pueblo”.
Lo mejor es esperar que todo pase, para que termine rápido y que el acuerdo de paz sea conveniente para los dos países.
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